La política y la religión como servicio y no como negocio. Josué Martínez Loaiza
Josué Martínez Loaiza
Es apenas lógico asumir que según se nos ha enseñado desde la escuela y como fiel a la lengua que pronunciamos sabemos que:
adj. Perteneciente o relativo a la doctrina política
adj. Cortés, urbano.
f. Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados
f. Cortesía y buen modo de portarse.
Claro es, que una palabra expresa desde su raíz lo que en verdad significa, es lamentable como hoy en nuestra América nos vemos sumergidos en una oscura y tenebrosa noche donde se ha prostituido y corrompido los más nobles y limpios significados, llevándolos a profundidades donde nada bueno puede existir ya que representan tanta presión que es imposible soportar.
El instante mismo en el que el pueblo lo permitió, la política se convirtió en el arte de engañar y manipular, dejo de ser noble el arte de la cortesía y la doctrina sana, paso a convertirse en verdaderas obras de teatro circense, donde el objetivo es burlarse mientras se hacen ricos a costas del pueblo que en primer lugar permitió su existencia.
El principal socio del tirano es el pueblo, así se tenga sotana o traje de fina marca el hambre no acompaña de escudero a ningún mocito elegido democráticamente y lo expreso mejor si dijera proxeneta de turno, hasta qué grado es delictivo que alguien prostituya a quien le gusta ejercer esa antigua acción?
Es doloroso como se ve a un pueblo permisivo que llora sus desgracias mientras se desangra y cubre sus días con sudor mientras intenta sobrevivir en lugar de vivir, se matan en trabajo para vivir lo que en verdad no podrán disfrutar.
Lo que debería ser un servicio se convirtió en negocio porque el pueblo es cómplice directo, financiador y testigo fiel de la hecatombe de su raza, se habla mal del que pierde y bien del que gana, por eso a los políticos les encanta ganar, para que se hable bien de ellos y hacerse ricos con la acción y de llegar a hablarse mal de ellos.... Igual se harán ricos en la acción.
Si la política y la religión no fueran negocio nadie se esforzaría por practicarla.
Se extraviaron, perdidos en la podredumbre de sus intenciones ya no tienen un buen modo de comportasen, se han entregado al deleite de la vanidad y el canibalismo moderno, donde el pueblo debe rendir pleitesía cortesana a plebeyos vulgares que se creen de la realeza cuando son solo salidos del pueblo y muchos de cunas de paja y barro, tan nobles como la miseria misma.
El pueblo ha permitido que vulgares encantadores de palabras les canten mentiras y se las adornen de falacias que luego en euforia defenderán como banderas de ideología mientras su voto y conciencias fueron cambiadas por un pedazo de pan y agua... Por lo menos fue más noble aquél desdichado que cambio su progenitura por un plato de lentejas que son más nutritivas que un simple trozo de pan.
Mentiras que se repiten tantas veces que llegan a sonar a verdad, hasta que el sonido del estómago hambriento despierta la verdad, tal vez por eso la hostia es de pan y no de carne.
Hemos permitido tanta bajeza que es normal que en el pueblo se vean escuálidas y cadavéricas figuras mientras en los estrados políticos rebosa las caras redondas y con sobrepeso, la inmundicia y la corrupción ya no les caben en sus ropas, será por eso que muchos de nuestros políticos latinoamericanos esbozan peculiares cuerpos y rostros... nada escuálidos ni cadavéricos.
Me es atemorizante ver y peor aún escuchar, cuando un ciudadano defiende a un político. Es como presenciar al condenado avivando en gritos de júbilo la grandeza de su verdugo.
He escuchado tantas veces la pronunciación de la pregunta de quién es la culpa?...en los labios de los verdaderos culpables.
He presenciado la destrucción de un pueblo que perdió su dignidad por mano propia, somos hacedores de nuestra realidad, un simple negocio.
He presenciado a tantos salir del closet que dejaron de convertir ese hecho en acción de libertad y lo llevan a nivel de show casi musical, dignos de obras de broadway, ya no nobles educados o libertarios caballeros ..Más bien afeminados y amachadas que pronuncian alegres su evangelio como titanes de papel adictos a la tinta del periódico y las noticias. Políticos de política y religiosos de religion ambos condenados.
No conozco en nuestra América aun religioso o político anoréxico o escuálido, tampoco a uno de ellos mal vestidos, pero con hambre a esos si los he visto, algunos verdaderas bestias de consumo no por simple gula, más por ambición.
Jamás llegue a pensar que las langostas devorarían todo a su paso de una manera más lenta y vergonzosa que como lo hace un político...Hoy lo sé, más porque lo vi que por mera habilidad mental y más desastroso ver como un pueblo lo permite, más doloroso aun al escuchar bajo los dinteles de la vergüenza a alguien defendiendo a su tirano de turno.
Aparte de mi libro las historias de mi pueblo.