REVUELTA ANTICOMUNISTA EN BRASOV (Rumania, 1987). Viviana Padelin
Para evitar la expansión del conflicto político en el resto del país, Ceausescu decidió aislarlo y ocultarlo tratando a esta revuelta anticomunista como "casos aislados de vandalismo
Dos años antes de la Revolución Anticomunista de 1989, los trabajadores industriales rumanos (agricultores desplazados en los 60) comenzaron a movilizarse contra las políticas económicas (reducción de la energía y alimentos) de Nicolae Ceausescu en las ciudades de Cluj Napoca e Iasi, las que culminaron en una huelga masiva en Brasov.
En 1982, Nicolae Ceausescu puso en marcha un plan para reducir la deuda externa de Rumania. Parte del dinero que hasta ahora se destinaba a la producción y distribución de alimentos fue redirigido para pagar deudas a acreedores externos de Occidente . Esto condujo a poco el colapso total del mercado en Rumania: el estado racionaba alimentos y bienes de consumo.
El 14 de noviembre de 1987 los trabajadores de la fábrica de vehículos "Bandera Roja" recibieron la mitad del salario por la deducción del 50% bajo el concepto "social". Inmediatamente, espontánea y sin organización se inició la huelga.
Al día siguiente los trabajadores se reunieron en la puerta de la planta hasta que un grupo numeroso decidió dirigirse hasta la sede del Partido Comunista coreando: "! Queremos pan sin tarjeta" "! Queremos comida y calor".
Al llegar al centro de Brasov, se unieron más trabajadores y estudiantes; ya bajo otras consignas: "Abajo Ceausescu!", "¡Abajo el comunismo!", "Abajo la dictadura!", O "Abajo el tirano!".
La multitud ingresó a la sede del Partido quemando todo símbolo del régimen comunista: una gran hoguera de documentos ardió en la plaza Sfatului. Esa tarde, el ejército rodeó la ciudad y detuvo alrededor de 300 manifestantes.
Para evitar la expansión del conflicto político en el resto del país, Ceausescu decidió aislarlo y ocultarlo tratando a esta revuelta anticomunista como "casos aislados de vandalismo". Penas menores con torturas y posteriores deportaciones, ningún trabajador volvió a Brasov; lo harían dos años después: la Revolución que sepultó al régimen comunista ya había comenzado.